La herencia marca potencialmente lo que el individuo puede llegar a ser, pero el desarrollo de esa potencialidad depende en gran parte de la estimulación ambiental. Una persona con un potencial congénito normal, educada a un nivel de subnormalidad, puede no sobrepasar rendimientos subnormales.
Son espectaculares los casos de bebés humanos que han sido criados por lobos; los más conocidos son los hallados en India y el descrito en el film El niño salvaje, de François Truffaut. Estos niños adoptan absolutamente todas las pautas conductuales y sociales de la familia en que se han desarrollado. No saben hablar y sus caracteres perceptivos y motores son iguales a los de los lobos (agudeza visual, auditiva, velocidad al correr, etc.). Cuando se les traslada a un ambiente humano, se aprecia que no captan los estímulos específicamente humanos, sino sólo aquellos que son significativos para su vida de lobo. En la reeducación de estos niños se ha visto que es muy difícil hacerles pasar de un nivel de subnormalidad. En el fondo, siempre serán mejores lobos que hombres.

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